El otoño, hasta ese momento, no había
sido una estación muy reseñable. Para mí era sinónimo de días fríos, tristes y
oscuros, calles solitarias… Pero algo ocurrió que cambió mi parecer.
Antes de conocer a Jon, no tenía una época
del año favorita, ni siquiera me lo había
planteado. Simplemente me adaptaba a todo, ya fuere frío, calor, viento,
lluvia, nieve…
Sin embargo después de Jon, el otoño
había empezado a tener una importancia y significado muy particular… e incluso
me atrevería a decir que se había convertido en algo mágico.
El que los días acortaran y oscureciera
antes, le daba un toque muy romántico a nuestros paseos por el parque.
Estábamos en esa etapa en la que no sonreír se convierte en un esfuerzo casi
imposible, nuestras miradas eran embelesadas y nuestras manos ardían de deseo
de explorar y ver dónde estaban los límites…, resumiendo, estábamos en pleno
enamoramiento. Ahora las estrellas refulgían extraordinariamente y la luna…, la
luna era llena cada noche.
Recuerdo el día que me dijo “eres tan
maravillosa y especial, que hasta los árboles han tejido una alfombra de flores
y hojas secas y se han engalanado de amarillo, marrón y ocre para esta ocasión.
El canto de los pájaros, se ha convertido en un breve murmullo, para no
entorpecer y poder escuchar la melodía que produce la conjunción de tus
palabras y tu voz”
¡Cómo agradecí en esos momentos la falta
de luz…! Evitó que pudiese ver que me sonrojaba por momentos.
El aire fresco, invitaba que nos
acercáramos más. Y cogernos de las manos o de la cintura, se convertía en una
sensación mucho más agradable si cabía.
Los días lluviosos íbamos a casa, nos
preparábamos un chocolate caliente y me acurrucaba a su lado mientras escuchaba
su voz perfectamente modulada, leer fragmentos de algún libro cogido al azar o
alguno de esos relatos que escribía en un viejo cuaderno de piel desgastada,
que siempre llevaba consigo.
El leía y yo soñaba.
Pero lo que el otoño trajo, el otoño se
llevó y el fin de la estación, puso
punto y final a nuestra relación.
Y pasaron el invierno, la primavera y el
verano y puedo ver como asoma tímidamente el otoño cargado de grandes dosis de soledad y melancolía, tristeza,
desconsuelo, hojas secas y recuerdos de un amor acabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario